Cervicalgia crónica: cómo tratarla en adultos mayores

Cervicalgia crónica: cómo tratarla en adultos mayores

Cómo traté una cervicalgia crónica en adultos mayores: el caso de Marta

Muchas veces me encuentro con pacientes que llegan al consultorio con dolor cervical desde hace años, convencidos de que ya no hay mucho por hacer. Marta, una mujer de 70 años con antecedentes de hipertensión y osteoporosis leve, era una de ellas. “Se me tensa el cuello todo el tiempo, me cuesta girar la cabeza y a veces me duele hasta el hombro”, me dijo en la primera consulta.

Su caso reflejaba algo muy común: una cervicalgia crónica asociada a espondilosis cervical. Su nivel de actividad era bajo, con caminatas esporádicas y mucho sedentarismo. Pero lo que más afectaba su calidad de vida era la rigidez matutina y el dolor constante en la zona del cuello, especialmente cuando intentaba realizar tareas simples como mirar hacia los costados, vestirse o cocinar.

Quiero contarte cómo fue su proceso de rehabilitación y qué estrategias aplicamos para lograr una mejora real y sostenible.

¿Qué es la cervicalgia crónica y por qué se da en adultos mayores?

La cervicalgia es un dolor localizado en la región cervical, es decir, el cuello. Cuando se vuelve crónica, significa que persiste durante más de tres meses y suele estar relacionada con procesos degenerativos como la espondilosis cervical, una forma de artrosis que afecta las vértebras del cuello.

Algunas de las causas más frecuentes en personas mayores incluyen:

  • Cambios degenerativos en los discos intervertebrales
  • Posturas prolongadas en flexión, como mirar el celular o leer
  • Debilidad muscular en la zona cervical y escapular
  • Falta de movilidad y actividad física regular

En el caso de Marta, todos estos factores estaban presentes.

Diagnóstico y evaluación clínica

Durante la evaluación observamos:

  • Movilidad cervical disminuida: especialmente en rotación y extensión
  • Dolor irradiado hacia los hombros
  • Posturas compensatorias: cabeza adelantada y hombros caídos
  • Debilidad de la musculatura estabilizadora del cuello y la cintura escapular

La radiografía mostró signos claros de espondilosis cervical, lo que descartó otras patologías más complejas como una radiculopatía aguda.

Tratamiento paso a paso: cómo abordamos su rehabilitación

Dividimos el tratamiento en cuatro fases, cada una adaptada a la evolución de sus síntomas y capacidades.

Fase aguda: aliviar el dolor y comenzar con conciencia corporal

Durante las primeras semanas, el objetivo principal fue disminuir el dolor y mejorar su postura sin provocar más irritación.

  • Utilizamos electroanalgesia, una técnica segura y no invasiva para aliviar el dolor crónico sin efectos secundarios.
  • Aplicamos terapia manual suave, enfocándonos en liberación miofascial y movilizaciones articulares mínimas.
  • Reforzamos la educación postural, enseñándole cómo sentarse, dormir y moverse para proteger su cuello en el día a día.

Este primer paso fue clave para que Marta ganara confianza en el tratamiento.

Fase subaguda: movilidad activa y fortalecimiento progresivo

Con el dolor bajo control, iniciamos una rutina de movilidad y activación muscular.

  • Comenzamos con movilizaciones activas y pasivas para mejorar el rango de movimiento sin generar molestias.
  • Introdujimos bandas elásticas para trabajar de forma suave la musculatura cervical y escapular.
  • Combinamos ejercicios con respiración controlada, buscando disminuir la tensión general del cuerpo.

Esta fase fue una bisagra: en la semana 6, Marta ya podía girar la cabeza sin dolor y estaba más erguida.

Fase de fortalecimiento: estabilidad y control motor

La siguiente etapa se centró en recuperar la estabilidad del cuello y mejorar la alineación postural.

  • Trabajamos con ejercicios isométricos y controlados para la zona cervical.
  • Sumamos ejercicios escapulares para activar los músculos posturales de la parte alta de la espalda.
  • Implementamos ejercicios con feedback visual (como espejos) para mejorar la conciencia postural.

Esta fase resultó clave para consolidar los logros y evitar recaídas. Marta decía: “Ahora siento que tengo fuerza en el cuello, antes lo tenía rígido y débil”.

Fase de reintegro funcional: adaptar el movimiento a la vida diaria

La última parte del tratamiento se enfocó en que todo lo aprendido se trasladara a su vida cotidiana.

  • Enseñamos ejercicios de ergonomía doméstica, como cómo leer, cocinar o mirar televisión sin forzar la cervical.
  • Adaptamos sus rutinas para incorporar pausas activas y movimientos conscientes.
  • Elaboramos una rutina sencilla para mantener en casa, con seguimiento mensual.

A las 12 semanas, Marta se sentía con más energía, menos dolor y mayor independencia.

Resultados obtenidos: ¿qué mejoró en su vida diaria?

El dolor disminuyó en más del 60% y su movilidad cervical se amplió de forma evidente. Pero lo más importante fue la mejora en su calidad de vida:

  • Ya no necesitaba analgésicos a diario
  • Podía caminar erguida sin sentir tensión en el cuello
  • Recuperó confianza para moverse y realizar sus tareas

Este proceso le devolvió algo esencial: la autonomía.

¿Qué podés hacer si tenés dolor cervical crónico?

Si te sentís identificado con esta historia, te dejo algunos consejos útiles:

  • No te acostumbres al dolor: cuanto antes lo abordes, mejores serán los resultados.
  • Evitá el sedentarismo prolongado: incluso caminar o moverte en casa puede marcar la diferencia.
  • Buscá acompañamiento profesional: el dolor crónico necesita un enfoque personalizado.
  • Fortalecer y mover son claves: no alcanza con solo “cuidarse”, hay que entrenar la musculatura que sostiene el cuello.

¿Sufrís de dolor cervical o conocés a alguien que lo padece?
Dejá tu consulta en los comentarios o sugerime un tema para futuros artículos. Estoy acá para ayudarte a moverte mejor, sin dolor y con más seguridad.

Prof. Sebastián Pablo Galleano

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