Lumbalgia crónica en adultos mayores: cómo acompañé a una paciente en su recuperación

En mi experiencia como kinesiólogo, hay algo que se repite con frecuencia: personas mayores que piensan que el dolor lumbar es una condena inevitable del paso del tiempo. Marta (nombre ficticio) fue una de ellas. Con 70 años, hipertensión controlada y una osteoporosis leve, llegó a mi consultorio resignada, con una queja clara: “Me duele la espalda todos los días, y levantarme es cada vez más difícil”.
Su estilo de vida era bastante sedentario, con apenas 15 minutos de caminata diaria. Las imágenes mostraban signos de artrosis lumbar avanzada y clínicamente observamos una hiperlordosis compensatoria, rigidez matutina y atrofia muscular marcada en zona lumbar. El diagnóstico fue lumbalgia degenerativa.
En este artículo quiero contarte cómo diseñamos su tratamiento y cuáles fueron los resultados. Pero, sobre todo, quiero mostrar que, con un abordaje adecuado, la lumbalgia crónica no tiene por qué limitarte para siempre.
¿Qué es la lumbalgia degenerativa y por qué aparece en adultos mayores?
La lumbalgia degenerativa es una forma de dolor lumbar crónico asociado al desgaste progresivo de las estructuras articulares de la columna. Suele estar vinculada a la artrosis lumbar, y puede generar síntomas como:
- Dolor persistente en la zona baja de la espalda
- Rigidez al despertar o después de estar en reposo
- Dificultad para incorporarse o mantener la postura
- Limitaciones en actividades simples como caminar o agacharse
Aunque muchas veces se la confunde con hernias discales o fracturas por compresión, en este caso los estudios fueron claros: no había lesiones agudas, sino un proceso degenerativo crónico.
El plan de rehabilitación: cómo encaramos el tratamiento
Cada paciente es único, por eso la planificación fue personalizada y progresiva. Dividimos el tratamiento en cuatro fases que nos permitieron avanzar de forma segura y efectiva.
Fase aguda: aliviar el dolor y mejorar la postura
Nuestro primer objetivo fue reducir el dolor y mejorar la percepción corporal.
- Comenzamos con electroanalgesia para modular el dolor sin sobrecargarla de analgésicos.
- Aplicamos terapia manual suave, enfocándonos en técnicas que liberaran tensiones musculares sin provocar molestias.
- Reforzamos educación postural: cómo sentarse, dormir, levantarse y moverse sin agravar la zona lumbar.
Al cabo de tres semanas, Marta ya notaba una mejoría: “Ahora me puedo parar sin ese pinchazo constante”, me dijo con alivio.
Fase subaguda: movilidad y elongación para recuperar libertad de movimiento
Una vez reducido el dolor, dimos lugar al movimiento controlado.
- Incorporamos ejercicios de movilidad lumbar, como inclinaciones suaves, rotaciones y movilidad pélvica.
- Trabajamos con elongaciones progresivas para flexibilizar músculos acortados y mejorar el rango articular.
- Enseñamos técnicas respiratorias para disminuir la tensión y mejorar el control postural.
Fue una etapa de aprendizaje. Marta empezó a reconectar con su cuerpo y a perderle miedo al movimiento.
Fase de fortalecimiento: recuperar estabilidad y fuerza
La estabilidad lumbar era clave para evitar recaídas.
- Aplicamos ejercicios de fortalecimiento profundo del core, usando posiciones seguras (supino, cuadrupedia).
- Usamos pelotas terapéuticas, bandas y colchonetas para trabajar en diferentes planos sin dolor.
- Comenzamos una rutina de estabilización de columna, ideal para quienes tienen debilidad lumbar crónica.
Marta recuperó seguridad: ya no necesitaba apoyarse para levantarse del sillón, y su postura era mucho más erguida.
Fase de reintegro funcional: moverse mejor, sin gastar energía de más
En la última fase, el foco estuvo en su funcionalidad diaria.
- Hicimos sesiones de reeducación de la marcha, corrigiendo patrones que sobrecargaban la zona lumbar.
- Incorporamos estrategias de ahorro energético, especialmente útiles cuando aparecía fatiga.
- Planificamos una rutina de mantenimiento con ejercicios adaptados para hacer en casa.
Fue muy gratificante ver su progreso. En la semana 12, Marta caminaba 30 minutos diarios y podía hacer sus compras sin molestias.
¿Qué cambios logramos en 3 meses?
Además de los avances físicos, lo más notable fue el cambio emocional. Pasó de la frustración a la confianza. Volvió a disfrutar de actividades cotidianas, como cocinar, cuidar sus plantas o jugar con sus nietos.
En cifras:
- Dolor reducido en un 70% a las 6 semanas
- Movilidad lumbar mejorada notablemente en 12 semanas
- Mayor independencia en sus actividades diarias
Consejos para quienes conviven con lumbalgia crónica
Si vos o alguien cercano está lidiando con dolor lumbar crónico, quiero dejarte algunos consejos simples pero valiosos:
- No te resignes al dolor: el movimiento adecuado ayuda más que el reposo prolongado.
- Buscá acompañamiento profesional: cada columna es diferente y necesita un enfoque personalizado.
- Hacé actividad física todos los días, aunque sea leve. El sedentarismo empeora la artrosis.
- Escuchá a tu cuerpo, pero no te detengas: la constancia es clave en los procesos de rehabilitación.
¿Convivís con dolor lumbar o te interesa prevenirlo?
Dejá tu consulta en los comentarios o sugerime un tema que quieras que aborde en futuros artículos. Estoy para ayudarte a moverte mejor y sin dolor.
Profesor Sebastián Pablo Galleano
La kinesioterapia, también conocida como fisioterapia o terapia física, es una disciplina de la salud que se enfoca en la prevención, evaluación y tratamiento de diversas condiciones musculoesqueléticas. A través de la aplicación de ejercicios y técnicas específicas, los kinesioterapeutas trabajan para mejorar la función y el movimiento del cuerpo, contribuyendo así a la rehabilitación […]
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