
Recuperar el movimiento tras un desgarro total del manguito rotador
Cuando conocí a Marta, noté de inmediato que algo no estaba bien. Tenía 65 años, y aunque su actitud era positiva, me confesó que hacía meses no podía levantar el brazo derecho sin sentir un dolor agudo. Las tareas diarias —como vestirse, cocinar o simplemente peinarse— se habían vuelto frustrantes y, en sus palabras, la estaban “desgastando emocionalmente”.
Hoy te cuento su historia, no solo porque logró una buena recuperación, sino porque muchos pacientes con desgarro del manguito rotador enfrentan lo mismo: dolor, miedo al movimiento y dudas sobre si podrán volver a usar su hombro como antes.
¿Qué es el manguito rotador y por qué se lesiona?
El manguito rotador es un conjunto de cuatro músculos que estabilizan y movilizan el hombro. En personas mayores, especialmente si son sedentarias o tienen enfermedades como diabetes tipo 2 u osteopenia, estos tejidos tienden a debilitarse y lesionarse más fácilmente.
En el caso de Marta, el diagnóstico fue claro: desgarro total del tendón del supraespinoso, confirmado por resonancia magnética. Esto explicaba su dolor crónico, la incapacidad para elevar el brazo y la atrofia visible de la musculatura deltoidea y supraespinosa.
Además del dolor, presentaba signos clínicos típicos:
Disminución importante de la movilidad activa
Test de Jobe positivo (dolor e imposibilidad para resistir la abducción)
Compensaciones posturales por el uso exclusivo del otro brazo
Etapa inicial: calmar el dolor y ganar confianza
El primer objetivo fue aliviar el dolor y reducir la inflamación, lo cual es esencial para que el paciente se sienta seguro y dispuesto a moverse. Implementamos:
Terapia manual suave, para relajar la musculatura periarticular
Electroterapia con TENS, útil para modular el dolor sin efectos secundarios
Crioterapia localizada al finalizar cada sesión
En paralelo, comenzamos a trabajar con educación postural: Marta debía evitar movimientos repetitivos o levantar peso con el brazo lesionado. Este paso fue clave para que dejara de forzar la articulación y entendiera que la rehabilitación también implica aprender a cuidarse.
Movilización temprana: comenzar a moverse con ayuda
Una vez controlado el dolor, pasamos a una fase más activa. A pesar del desgarro total, el cuerpo es sabio: otros músculos pueden adaptarse para compensar la pérdida funcional si se entrenan correctamente.
Empezamos con:
Movilizaciones pasivas suaves, guiadas por mí
Ejercicios asistidos con poleas y bastones, para estimular el rango de movilidad sin dolor
Técnicas de facilitación neuromuscular propioceptiva, como el método Kabat, para reclutar fibras musculares remanentes
Algunas semanas después, Marta ya podía realizar actividades básicas sin dolor constante, lo que mejoró mucho su ánimo.
Fortalecer sin dañar: progresar con seguridad
Entrar en la etapa de fortalecimiento no significa cargar peso de inmediato. En un caso como este, donde no se repara el tendón quirúrgicamente, se trabaja sobre lo que sí está disponible funcionalmente.
Incorporamos:
Bandas elásticas de baja resistencia, con progresión semanal
Ejercicios de escápula (como retracción y descenso), para mejorar la estabilidad proximal
Trabajo de core y cadena posterior, ya que una buena postura descarga el hombro
Ejercicios de coordinación y ritmo escapulohumeral
Esta fase requirió paciencia y escucha. No siempre el avance es lineal, pero la constancia hace la diferencia.
Reintegrar funciones cotidianas sin dolor
Uno de los momentos más gratificantes fue cuando Marta volvió a atarse el corpiño sin ayuda. Puede sonar banal, pero para ella era un símbolo de autonomía.
En esta etapa final:
Diseñamos estrategias adaptadas para las AVD (actividades de la vida diaria), como técnicas para alcanzar estantes sin alzar el hombro
Realizamos correcciones posturales frente al espejo para evitar compensaciones cervicales
Incorporamos herramientas simples como esferas blandas, tablas de propiocepción y una rutina domiciliaria con recordatorios
Gracias a estos cambios, logró independencia funcional, con dolor bajo control y sin necesidad de cirugía.
Aprendizajes que me dejó este caso
Cada paciente con desgarro total del manguito rotador plantea un desafío distinto. Pero hay tres cosas que siempre me gusta remarcar:
No todo desgarro necesita cirugía. Con buen acompañamiento, muchos pacientes logran una recuperación funcional adecuada.
La adaptación es la clave. No se trata de “volver a lo de antes”, sino de construir nuevas formas de moverse sin dolor.
La educación y la motivación sostienen el tratamiento. Sin confianza en el proceso, no hay plan de ejercicios que funcione.
¿Estás enfrentando un dolor de hombro persistente?
Si te duele el hombro hace tiempo, evitás moverlo o te cuesta hacer tareas cotidianas, no lo dejes pasar. Consultá con un profesional para evaluar tu situación y comenzar un plan de tratamiento. Incluso si hay un desgarro, hay mucho por hacer.
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Prof. Sebastián Pablo Galleano
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