Cómo abordé una tendinopatía rotuliana en un futbolista amateur de 22 años

Cuando un paciente joven y activo entra al consultorio con dolor en la rodilla, lo primero que intento hacer es escuchar más allá del síntoma. En este caso, se trataba de un jugador amateur de fútbol, de 22 años, que entrenaba cinco veces por semana y presentaba dolor anterior en la rodilla derecha. No era la primera vez que lo sentía, pero ahora se estaba volviendo más persistente, especialmente al correr y subir escaleras.
Evaluación inicial: no todo dolor anterior de rodilla es igual
Durante la entrevista, noté que el dolor aparecía tras los entrenamientos y venía acompañado de una inflamación leve. A la palpación, el tendón rotuliano estaba sensible, y observé cierta debilidad en el cuádriceps, además de una mecánica de carrera alterada.
Con estos datos, solicité una resonancia magnética, que confirmó lo que ya sospechábamos: una tendinopatía rotuliana leve, también conocida como rodilla del saltador. Aunque también consideramos diagnósticos como la condromalacia rotuliana y el síndrome femoropatelar, la historia clínica, el examen físico y los estudios nos orientaron claramente hacia una sobrecarga del tendón rotuliano.
El plan de rehabilitación: fase por fase
La rehabilitación fue progresiva, respetando los tiempos del tejido y las demandas funcionales del deporte que practica.
Fase aguda: controlar el dolor sin frenar el movimiento
En esta etapa, el objetivo fue reducir el dolor y la inflamación sin caer en el reposo absoluto. Implementamos:
Reposo relativo, evitando gestos dolorosos.
Crioterapia post-entrenamiento.
TENS para modular el dolor.
Vendaje funcional para estabilizar sin limitar.
El paciente siguió entrenando con ciertas adaptaciones, y esto ayudó a mantener la motivación y la confianza en el proceso.
Fase subaguda: movimiento controlado y trabajo isométrico
A medida que el dolor disminuía, fuimos incorporando:
Movilizaciones articulares suaves.
Ejercicios isométricos de cuádriceps (a diferentes ángulos).
Terapia acuática, que fue clave para descargar la articulación sin dejar de trabajar fuerza.
Los ejercicios se adaptaron para no provocar dolor mayor a 3/10 durante su ejecución, un principio que siempre aplico en tendinopatías.
Fase de fortalecimiento: volver a cargar con criterio
Aquí comenzamos a reintroducir carga progresiva, con foco en:
Ejercicios excéntricos de cuádriceps (como sentadillas en declive).
Trabajo de propiocepción y control neuromuscular.
Entrenamientos de fuerza complementaria (core, glúteos, isquiotibiales).
Esta fase es muchas veces subestimada, pero es fundamental para evitar recaídas.
Fase de reintegro: volver a correr con conciencia
El paso final fue la reeducación de la biomecánica de carrera. Observamos videos de su técnica, ajustamos la cadencia y trabajamos ejercicios de técnica y pliometría. También introdujimos cargas deportivas simuladas, controlando volumen e intensidad.
En este punto, el paciente ya no presentaba dolor, había recuperado su fuerza y estaba listo para volver a entrenar con normalidad.
Resultados: más allá del alivio del dolor
En ocho semanas, el paciente recuperó su funcionalidad y volvió al fútbol sin molestias. Pero lo más importante es que aprendió a reconocer los signos de sobrecarga y a manejar mejor su entrenamiento. Incorporamos rutinas de fortalecimiento preventivo y estrategias de control de carga que sigue utilizando hoy.
Profesor Sebastián Pablo Galleano
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